Un estudio del IREC advierte del peligro de intoxicación de las perdices por la ingestión de semillas tratadas

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Un estudio llevado a cabo por investigadores del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC) de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) demuestra el riesgo que tiene el consumo de semillas tratadas con fitosanitarios en perdices. Concretamente, el estudio se centra en el imidacloprid, uno de los insecticidas más utilizados a nivel mundial y que a dosis recomendadas de uso es «altamente tóxico» y además tiene «efectos importantes sobre la salud y el éxito reproductor» de las perdices y posiblemente también de otras aves agrícolas expuestas a pequeñas cantidades del producto.

El Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC), centro de investigación multidisciplinar dependiente de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, ha llevado a cabo un estudio para conocer los efectos sobre la salud y la reproducción de la perdiz roja que tiene la ingesta de trigo tratado con neonicotinoides, entre los que se encuentra el imidacloprid, uno de los insecticidas más usados en el mundo y que tiene entre sus principales aplicaciones el tratamiento de semillas.

Los investigadores Ana López-Antia, Manuel Ortiz-Santaliestra, Francois Mougeot y Rafael Mateo parten del hecho de que durante la siembra del cereal, algunas semillas tratadas con productos fitosanitarios quedan sin enterrar y son accesibles para el consumo de las aves. Su ingesta provoca que las aves resulten expuestas a una alta dosis de plaguicida en poco tiempo, con el consiguiente riesgo de intoxicación.

Los responsables de la investigación han centrado la misma en la ingestión del trigo tratado con imidacloprid a dos dosis, la recomendada de uso para el tratamiento de semillas y el 20% de ésta; y en dos periodos de exposición, otoño y finales de invierno, los cuales corresponden a las dos épocas de siembra de cereal en España. Con este diseño se pretendió simular la situación en el campo planteando dos escenarios: uno en el que las perdices se alimentarían exclusivamente de semillas tratadas durante las épocas de siembra y otro en el que representarían un 20% de su dieta durante tales periodos.

El estudio determinó que todas las perdices alimentadas con las semillas tratadas con la dosis recomendada de uso murieron a lo largo de los 21 días de exposición de otoño y el 31% lo hizo en los tres primeros días de exposición. La mortalidad en las hembras fue más rápida que en los machos; el 47 % murió en los tres primeros días de exposición. Además se constató por primera vez que el imidacloprid es acumulado en el hígado de las perdices durante el tiempo de exposición. Este descubrimiento, según los investigadores, puede ser de gran utilidad a la hora de estudiar la exposición real de las aves en el campo, un paso fundamental para analizar el riesgo para las mismas del uso de semillas tratadas con este insecticida.

Además, las perdices alimentadas con semillas tratadas con el 20% de la dosis recomendada de aplicación no murieron, pero sí que sufrieron disminuciones de los niveles en sangre de glucosa y magnesio, y un aumento de la actividad de enzima antioxidante en respuesta a la exposición al insecticida. Estas perdices también presentaron una reducción en la intensidad del color rojo de su anillo ocular, un ornamento que refleja la salud del individuo y está relacionado con su inversión en la reproducción. Asimismo, la exposición a estas semillas retrasó la puesta de huevos y redujo el número de huevos por cada hembra. También es muy llamativo el hecho de que los pollitos nacidos de perdices expuestas al imidacloprid tuvieran una peor respuesta inmune pese a no haber estado expuestos directamente al insecticida.

El estudio, según sus autores, demuestra que el imidacloprid es “altamente tóxico y letal para las perdices a la dosis recomendada de uso y, probablemente, lo es también para otras muchas aves agrícolas”. Además revela que “la exposición a pequeñas cantidades del tóxico también tiene importantes efectos sobre el éxito reproductor y la salud, no solo de los individuos expuestos sino también de su progenie”. Con todo ello, los investigadores recuerdan que a pesar de la reciente moratoria de la Unión Europea sobre el uso de los insecticidas neonicotinoides en primavera, debido a sus efectos fatales sobre los insectos polinizadores, su uso para el tratamiento del cereal de invierno continúa autorizado y por tanto el riesgo de exposición para las aves granívoras sigue existiendo.

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