Veintidós paneles con información sobre la evolución, los usos y la degradación de los distintos tramos del río a su paso por la Península Ibérica componen la muestra ‘El Tajo, la asignatura pendiente’, organizada por la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), través de la Comisión de Medio Ambiente de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales y el Grupo de Investigación del Tajo, en colaboración con la Plataforma Ciudadana de Toledo en Defensa del Tajo. La exposición está abierta al público en el centro toledano hasta finales de febrero.
La exposición ‘El Tajo, la asignatura pendiente’ «pretende cumplir con dos objetivos: por un lado, el de sensibilización del alumnado y la ciudadanía con la grave situación por la atraviesa la cuenca del Tajo y, por otro, el de incentivar trabajos sobre el río desde diversas ópticas que puedan ayudar a mejorar su lamentable estado actual», explica la profesora Beatriz Larraz, investigadora principal del grupo.
Los veintidós paneles que integran la muestra, a disposición gratuita de cualquier colectivo, asociación o institución interesada, previa solicitud, contienen fotografías y breves descripciones orientadas «a la divulgación de las razones del mal estado del rio, a despertar la conciencia ciudadana sobre la necesidad de recuperarlo y provocar estudios, investigaciones, trabajos y tesis académicas sobre su degradación, a fin de aportar soluciones sostenibles y compatibles con el concepto de río».
Según los promotores de la exposición «no basta que la Directiva Europea Marco del Agua obligue a mantener caudales ecológicos. Hacen falta, además de la conciencia ciudadana, estudios e investigaciones científicas y jurídicas que ayuden a hacer real lo legal».
Algunas de las causas del actual estado del río son, de acuerdo con este colectivo, la deficiente depuración de las aguas que acompañó el desarrollo de Madrid durante los años 60 y 70, la posterior puesta en marcha del trasvase Tajo-Segura y la satisfacción incontrolada de la demanda. Todo esto convirtió al rio Tajo a su paso por la provincia de Toledo «en una alcantarilla de residuos, peces muertos, espumarajos y los dos contaminantes que impiden usos del río antes habituales», aseguran.