El Grupo de Trabajo Multidisciplinar que asesora al Ministerio de Ciencia e Innovación en materias científicas relacionadas con la COVID-19 ha publicado su último informe realizado por un grupo de investigadores entre los que se encuentra la catedrática de Química Física de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) Elena Jiménez. El informe se ha centrado en analizar los equipos autónomos para la limpieza del aire y sensores para el control de la transmisión del SARS-CoV-2 y en él sus autores corroboran la importancia que tiene la ventilación y el filtrado del aire para reducir al máximo la transmisión del virus.
La catedrática de Química Física de la Universidad de Castilla-La Mancha Elena Jiménez ha participado junto a cinco investigadores más en la elaboración del último informe publicado por el Grupo de Trabajo Multidisciplinar (GTM) que asesora al Ministerio de Ciencia e Innovación y apoya al Gobierno en materias científicas relacionadas con la COVID-19 desde el inicio de la pandemia y cuyo objeto de análisis han sido los equipos autónomos para la limpieza del aire y sensores para el control de la transmisión del SARS-CoV-2.
El grupo de investigadores autores del informe, entre los que se encuentran, además de la profesora de la Facultad de Ciencias y Tecnologías Químicas del Campus de Ciudad Real, Manuel Ruiz de Adana (Universidad de Córdoba), José Luis Jiménez (Universidad de Colorado), María Cruz Minguillón (Consejo Superior de Investigaciones Científicas -CSIC-), Javier Ballester (Universidad de Zaragoza) y Xavier Querol (CSIC), destacan en su estudio la importancia que tiene la ventilación y el filtrado del aire para evitar contagios por COVID-19.
El informe aborda las tecnologías de limpieza de aire, con un enfoque centrado en la eliminación de aerosoles y gases, y analiza aspectos relacionados con su aplicación para la disminución del riesgo de contagio del SARS-CoV-2 por aerosoles. En este sentido, para eliminar el virus presente en el aire, los investigadores recomiendan, por este orden de prioridad, la ventilación natural o mecánica, la filtración del aire mediante equipos de climatización y el empleo de equipos autónomos limpiadores de aire basados en filtración de aire con filtro HEPA, ya que es “el sistema más eficaz y sin efectos secundarios”. En este punto, advierten de la necesidad de proporcionar continuamente un caudal de aire limpio para reducir el riesgo de transmisión del virus, el cual vendrá determinado por las dimensiones del espacio, la ocupación, la actividad realizada e incluso la incidencia acumulada en la región.
En cuanto a otras tecnologías que inactivan al virus, como por ejemplo la precipitación electrostática, la ionización, la oxidación fotocatalítica o los generadores de ozono, los investigadores concluyen que “no son recomendables” ya que inactivan al virus a través de reacciones químicas que tienen efectos negativos sobre la salud humana.
Por otro lado, en su trabajo los investigadores también abordan el posible uso de sensores de CO2 y aerosoles como indicadores del riesgo de contagio o de la mala calidad del aire interior. A este respecto, aseguran que los sensores de CO2 son, a día de hoy, la única alternativa fiable y económica para evaluar de forma aproximada el riesgo de transmisión del SARS-CoV-2 por aerosoles. Estos sensores funcionan correcta y rápidamente a la hora de indicar la acumulación de virus en el aire, por lo que recomiendan su uso generalizado en espacios interiores de pública concurrencia, como restaurantes, bares, centros comerciales, aulas,… para garantizar la calidad del aire; así como la instalación de pantallas informativas con los niveles de CO2 en todos los interiores públicos.
El Grupo de Trabajo Multidisciplinar recuerda que “ni la ventilación ni el uso de las tecnologías de limpieza de aire suplen en ningún momento la necesidad de utilizar mascarillas y de respetar la distancia física y las normas de higiene en espacios públicos (como mantener distancias entre comensales en un restaurante)”.