Profesores de la Facultad Fisioterapia y Enfermería de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), con sede en el Campus de Toledo, ofrecen una serie de recomendaciones para mejorar el desarrollo psicomotor de los pequeños confinados. Las sesiones propuestas, de entre 45 y 60 minutos de duración, incluyen ejercicios para trabajar la coordinación y actividades que fomentan la interacción entre padres e hijos y permiten evaluar el estado evolutivo y emocional de los niños.
“En estos días, en los que los más pequeños deben obligatoriamente estar en casa, es más necesario que nunca aportarles unas pautas motrices para su mejor desarrollo psicomotor, con el fin de que este tiempo de inactividad no repercuta negativamente en esta evolución natural”, señala los expertos. También inciden en la oportunidad de utilizar materiales reciclados como instrumentos de trabajo. “Cartones, botellas de plástico, juguetes y ropa vieja, trapos, que previamente se pueden haber elaborado para trabajar la psicomotricidad fina (trabajo manual) son útiles en unas sesiones que duran entre 45 y 60 minutos”.
En este sentido, recomiendan realizar circuitos de coordinación dinámico general y óculo-manual que se pueden hacer por estaciones o en un trayecto rectilíneo en forma de ida y vuelta (andando de puntillas, talones, a gatas, en zigzag, de forma lateral, etc.) e incorporando obstáculos, así como juegos (escondite, cuatro esquinas, sillas, estatuas, frío y caliente, etc.), ejercicios por parejas (espejos, saltar y chocar), cambios posturales, bailes que siguen la coreografía de un adulto, ritmo con palmadas, imitar animales reales o fantásticos, etc.
También incluyen propuestas que refuerzan la interacción entre padres e hijos. “Puede ser buen momento para reencontrarse con los niños y ver en qué estado evolutivo y emocional se encuentran, cómo están viviendo el confinamiento y cómo se ubican en su relación familiar”. Entre otras, disfrazarse, inventar historias y teatralizarlas con sábanas, cojines o almohadas, construir casas y refugios con cajas de cartón, improvisar maneras de caminar o convertirse en aire, agua o fuego.
La sesión concluye con técnicas de relajación, tumbados y abrigados, con música tranquila, respirando profundamente y tomando conciencia de partes del cuerpo que se verbalizan. “Somos cuerdas de guitarra que se destensan…algas que flotan en el mar…ablandamos cada parte de nuestro cuerpo…los párpados se cierran…estamos tranquilos y a gusto en nuestra casa… esperando que venga los tiempos del cole y de los amigos”. Para terminar, recomiendan escribir en una pizarra o cuaderno o simplemente decir en voz alta una palabra de bienestar: “Sí se puede, lo conseguiremos, resistiré…”